La rabia es una
enfermedad vírica que afecta al sistema nervioso central de los animales de
sangre caliente, incluidos los humanos. El período de incubación de la
enfermedad es largo (seis meses), y los síntomas pueden tardar varias semanas
en aparecer tras la infección, pero una vez que aparecen, la rabia es siempre
fatal en los animales.
El virus de la rabia
es un lyssavirus, grupo de virus causante de encefalitis que comprende también
varios lyssavirus del murciélago identificados recientemente. Los lyssavirus pertenecen
a la familia Rhabdoviridae. El nombre Rhabdo viene del griego e identifica la
forma característica de bala o de bastoncillo de los virus. Existen varias
cepas del virus clásico de la rabia que por lo general están asociadas a una
especie principal como reservorio.
La rabia ha sido
reconocida desde hace siglos, pero no es sino en 1880 cuando el trabajo realizado
por Louis Pasteur identifica un virus como la causa de la enfermedad.
La rabia es una
enfermedad inscrita en la lista del Código Sanitario para los Animales Terrestres
de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y debe ser declarada a la
OIE (Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OIE).
¿Dónde
existe la enfermedad?
El virus de la rabia
está presente en todos los continentes, excepto en la Antártica. Algunos países
han establecido medidas de control y vigilancia y han conseguido erradicar la enfermedad
para satisfacer los requisitos de la OIE sobre el estatus sanitario libre de
rabia. En otros países, sin embargo, la enfermedad sigue siendo endémica y los
principales hospedadores son los animales salvajes. La infección del ganado
doméstico podría tener repercusiones económicas en algunos países; sin embargo,
en varios países en vías de desarrollo y en transición suscitan mayor
preocupación los casos de rabia en los perros domésticos que plantean una amenaza
para el hombre.
¿Cómo
se transmite y propaga la enfermedad?
La rabia se transmite
mediante la saliva de los animales infectados. La infección se produce principalmente
vía las heridas por mordedura, o por entrada de saliva infectada en las heridas
abiertas o en la membrana mucósica, tal como la de la boca, la cavidad nasal o
los ojos. También se ha documentado la infección por inhalación del virus, por
ejemplo, en el entorno de una cueva de murciélagos densamente poblada.
El virus permanecerá
por lo general en el punto de entrada durante un periodo de tiempo antes de
viajar a lo largo de los nervios hasta el cerebro.
Una vez en el
cerebro, el virus se multiplica rápidamente y se manifi estan los signos
clínicos.
Del cerebro, el virus
pasa a las glándulas salivales a lo largo de los nervios. El periodo de tiempo antes
de que aparezcan los signos clínicos en un animal infectado puede variar
dependiendo de la cepa viral y del punto de entrada. Así que es importante
darse cuenta de que la enfermedad puede ser transmitida a otros animales y a
los humanos vía la saliva de un animal infectado antes de que éste presente los
signos clínicos.
¿Qué
riesgos implicapara la salud pública?
La rabia es
considerada como una de las zoonosis más importantes en el mundo (una
enfermedad que afecta principalmente a los animales, pero que puede afectar
también a los humanos).
Todo caso de
mordedura por un animal doméstico o salvaje debe investigarse. Los animales
salvajes que sufren de rabia pierden el miedo natural de los seres humanos, con
lo que aumenta el riesgo de contactos. Los signos clínicos en los animales,
tales como salivación excesiva, dificultad para respirar o tragar pueden
representar un riesgo de infección desconocido para el hombre al examen si
examina el interior del hocico de los perros y del ganado en busca de un cuerpo
extraño o si intenta administrar la medicación con las manos desnudas.
Es importante lavar
inmediatamente con agua y jabón cualquier herida de mordedura o cualquier
superficie expuesta e informar del incidente a un médico o al servicio de
emergencia del hospital. El riesgo de transmisión de la rabia debe evaluarse basándose
en el carácter del encuentro, la especie del animal involucrado, la prevalencia
de la rabia en la zona, la evaluación de la vacunación y del estado clínico del
animal y su disponibilidad para las pruebas de diagnóstico.
Los grupos
ocupacionales regularmente en contacto con los animales, por ejemplo, los
veterinarios, oficiales de control pecuario y guardabosques, deben obtener
protección mediante la vacunación previa a la exposición. El personal de los
mataderos, en particular en las zonas endémicas, debe tomar medidas para
prevenir la infección por la saliva, la glándula salival y el tejido nervioso
de los animales infectados. La infección no se transmite por consumo de carne
de un animal rabioso.
¿Cuáles
son los signos clínicos de la enfermedad?
Los signos clínicos
de la rabia en los animales varían dependiendo del efecto del virus en el
cerebro.
Los signos
característicos incluyen cambios repentinos en el comportamiento y parálisis progresiva
conducente a la muerte. En algunos casos, sin embargo, un animal puede morir
rápidamente sin haber mostrado signos clínicos signifi cativos.
Rabia
furiosa
Los animales pueden
estar ansiosos, altamente excitables y/o agresivos con periodos intermitentes de
depresión. Al perder la cautela y temor naturales de otros animales y de los
humanos, los animales con esta forma de rabia pueden mostrar súbitos cambios del
comportamiento y atacar sin provocación.
A medida que progresa
la enfermedad, son comunes la debilidad muscular, la pérdida de coordinación y
las convulsiones. La parálisis progresiva conduce a la muerte.
Rabia
muda o paralítica
Los animales con esta
forma de rabia pueden mostrarse deprimidos o inusualmente dóciles.
A menudo sufrirán de
parálisis, generalmente de la cara, garganta y cuello, lo que se manifiesta por
expresiones faciales anormales, babeo e incapacidad para tragar. La parálisis
puede afectar al cuerpo, en primer lugar a las patas traseras y después se extiende
rápidamente a todo el cuerpo con coma y muerte subsecuentes.
En los humanos, los
primeros signos pueden incluir fiebre o dolor de cabeza. A medida que progresa la
enfermedad, pueden presentarse otros síntomas como confusión, depresión,
somnolencia, agitación o parálisis de la cara, la garganta y el cuello. La
parálisis progresiva suele conducir a la muerte.
¿Cómo
se diagnostica la enfermedad?
Las sospechas de la
enfermedad pueden basarse en los signos clínicos, no obstante, se requieren pruebas
de laboratorio para confirmar el diagnóstico. Las muestras tomadas de animales muertos
deben enviarse a laboratorios competentes para el diagnóstico. Pueden
consultarse las recomendaciones de la OIE en el Código Sanitario para los
Animales Terrestres de la OIE y en el
Manual de Pruebas de
Diagnóstico y Vacunas para los Animales Terrestres de la OIE.
¿Cómo
prevenir o controlar la enfermedad?
Medidas de prevención
y control En los países donde la enfermedad es endémica, se aplican medidas
para tratar y reducir el riesgo de infección en las poblaciones susceptibles (animales
salvajes, animales vagabundos y domésticos) y crear una barrera entre la fuente
animal de la enfermedad y los humanos. Estas medidas comprenden:
– Vigilancia y notificación
de casos sospechosos de rabia en los animales
– Programas de
vacunación de los animales domésticos
– Investigación de la
dinámica, vacunas y mecanismos eficaces de administración para poblaciones
específicas
– Programas de
control de la rabia en los animales salvajes, vacunación incluida (captura/vacunación/liberación
o suministro de vacunas orales)
– Programas de
control poblacional y de vacunación de las poblaciones de animales vagabundos.
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